Gracias Lydia,
Gracias por hacer que los sinsentidos tengan sentido
Gracias por tu extrema sensibilidad
Gracias por hacer de los miércoles mi guarida
Gracias por hacer de tu silla el lugar más sereno que conozco
Gracias por graduar mis gafas emocionales
Gracias por tener cabida en tu caja llena de muñecos
Gracias por tener tiritas de todos los tamaños
Gracias por coser con tanta delicadeza mis raídas ropas
Gracias por buscar agua en el árido desierto
Gracias por hacerme sentirme terriblemente humano
Gracias por tus caricias en mi alma dolorida
Gracias por recibirme con alegría, por tus elogios y por hacerme ruborizar por tus piropos
Gracias por tus revelaciones
Gracias por enseñarme el poder del martillo de Thor
Gracias por enseñarme a jugar con mis viejos juguetes
Gracias por enseñarme a dejar que cese la tempestad
Gracias por enseñarme que en los errores están las verdaderas enseñanzas
Gracias por confiar en mí
Gracias por enseñarme a confiar en mí
Gracias por enseñarme a perder
Gracias por enseñarme el dolor de las despedidas
Gracias por enseñarme el amor en las despedidas
Gracias por enseñarme quien es el dueño de mi vida
Gracias por enseñarme que no hay buenos ni malos