Sientes que ya no te importan las cosas que antes importaban.

Te sientes perdido/a.

Vives con miedo y angustia.

Actúas impulsivamente y sientes que no tienes control sobre tus conductas.

Has sufrido una pérdida.

Estás o has estado expuesto/a a situaciones traumáticas o con un elevado nivel de estrés.

Tienes dificultades en tus relaciones interpersonales.

Estás sufriendo emocionalmente y sientes que tus esfuerzos y recursos personales son insuficientes.

Acoso escolar.

Problemas de conducta.

Miedos infantiles.

Abuso y maltrato infantil.

Trastornos de alimentación: bulimia, anorexia, obesidad...

Dificultades en la crianza de los hijos/as.

Adicción a las nuevas tecnologías (móviles, redes sociales, videojuegos...).

Problemas de agresividad y aceptación de límites.

Depresión y trastornos de ansiedad.

Problemas de autoestima e inseguridad.

Si estáis pasando por una crisis de pareja y tenéis dudas sobre la continuidad de la relación.

Si tenéis problemas en vuestra comunicación: discusiones frecuentes, dificultad para entenderos, falta de comunicación... 

Si os sentís cada vez más lejos del otro.

Si ha habido una infidelidad que no habéis podido superar, si hay falta de confianza o celos excesivos. 

Si uno de los dos manifiesta dependencia emocional, o miedo al compromiso.

Hay problemas con la familia de origen, o estrés por la llegada de los hijos.

Existen dificultades con la sexualidad. 

Si necesitáis ayuda en el afrontamiento de circunstancias difíciles que han puesto a prueba vuestra relación: como la aparición de una enfermedad, una pérdida importante, problemas graves con un hijo.

Si necesitáis mediación psicológica en un proceso de separación. 

Queréis mejorar vuestra relación de pareja y trabajar por mejorarla y hacerla más satisfactoria y saludable.